miércoles, 24 de febrero de 2010

SEGURIDAD VIAL CLIMÁTICA: LA LLUVIA

Parte I: VISIBILIDAD

¿Alguna vez se preguntaron cómo afectan los frecuentes cambios climáticos a nuestra seguridad en el ámbito particular de la seguridad vial?

Viendo las imágenes que se suceden de manera cada vez más habitual, en donde los factores climáticos a nivel mundial traen consigo nuevas exigencias para la conducción, sentí la necesidad de reflexionar acerca de los mecanismos esenciales para salir airosos de la gran multiplicidad de complicaciones en las que nos podemos ver envueltos cuando circulamos en condiciones meteorológicas adversas.

Creo que el sentido común nos indica que la adecuada preparación y formación son fundamentales, especialmente en nuestro país, en donde la situación geográfica y las características climatológicas hacen que sean varios y diversos los fenómenos atmosféricos a los que debemos enfrentarnos.

Sin lugar a duda me atrevo a afirmar que la tónica habitual es que los conductores no se encuentren adecuadamente preparados para estar a la altura en este tipo de circunstancias.

¿Porqué? Por un lado por no contar con los conocimientos de conducción necesarios y por el otro por no circular con el vehículo adecuadamente preparado (siendo esta última la situación más habitual).

Es decir hay un largo camino a recorrer vinculado a estos dos ejes: Educación (formal e informal) y Verificación Técnica Vehicular (o sus similares de acuerdo al formato elegido por cada comunidad en particular).

Para minimizar los riesgos y alcanzar un desarrollo sustentable en materia de seguridad vial, debemos combinar conocimientos teórico-prácticos con experiencia, y todo esto con el hábito de llevar el vehículo siempre en las condiciones óptimas para circular.

Cómo este es un tema que merece ser abordado por expertos, a continuación les dejo algunas recomendaciones que los integrantes del equipo de la Fundación Aprender han compilado para compartir con uds.

En esta primera entrega, “la visibilidad”.

Lic. Ivonne Delgado
Equipo Multidisciplinario


La lluvia en primer lugar nos va a restar visibilidad, lo cual es muy importante ya que el 90% de la información que percibimos del tráfico nos llega precisamente de la vista. Entonces activamos los limpiaparabrisas, que con su paso también suponen un obstáculo a la visibilidad.
Llegado a este punto conviene recordar que los expertos recomiendan siempre descansar al menos cada 2 horas de viaje. Mucho más debemos tener en cuenta esta recomendación en condiciones climáticas que requieren más esfuerzo en la visión. Cómo es este caso en particular.

Es imprescindible que los limpiaparabrisas se encuentren en buen estado, para que limpien de forma uniforme.

La lluvia también favorece que las lunetas (cristales) del vehículo se empañen. Si esto sucede debemos utilizar los dispositivos antiempañamiento del vehículo. Activamos el botón de la luneta térmica trasera cuando se empañe, y para el caso de la luneta delantera dirigimos el aire acondicionado (aunque lo activemos a una temperatura cálida) hacia ésta (muchos modelos actuales incluyen en su equipamiento un botón que activa directamente la configuración necesaria para desempañar la luna delantera). Es importante que activemos el aire acondicionado del vehículo, ya que éste seca la luneta y por tanto evita que se concentre la condensación del vapor de agua creando el empañamiento del cristal. El aire caliente de la calefacción por sí sólo es mucho menos eficaz que la acción del aire acondicionado. Por lo tanto, incluso en invierno, es conveniente que comprobemos el correcto funcionamiento del aire acondicionado del vehículo.

Bien, y ¿que sucede con las ventanillas? también pueden verse afectadas…

A veces eso puede perjudicar tanto a la visión lateral (para franquear una intersección por ejemplo) como a la visión a través de los espejos retrovisores laterales. Este tipo de contratiempos son más notables y más frecuentes en la circulación urbana cuando llevamos circulando poco tiempo. En estas circunstancias extremaremos las precauciones y dirigiremos las salidas de aire acondicionado hacia las ventanas, ya que aunque activemos el modo antiempañamiento, las salidas orientadas hacia los ocupantes siguen expulsando aire.

La lluvia no sólo reduce la visibilidad en nuestras lunetas, también se reduce la visibilidad ambiental al oscurecerse el cielo. Además, en calles con mal drenaje ( lamentablemente muy habituales últimamente), el agua que proyectan hacia atrás los vehículos a su paso crea un efecto cortina que también tapa a los vehículos, sobre todo en aquellas vías con gran intensidad de circulación y de una elevada velocidad de proyecto.


Para contrarrestar estos problemas los conductores debemos utilizar el alumbrado del vehículo. El propósito de la obligatoriedad impuesta por una medida legal (artículo 47 de la Ley nacional de Seguridad Vial ) no está tan encaminada a ver, sino que tiene como principal propósito el ser vistos, lo cuál es tan crucial o más que el disponer de una buena visibilidad para elevar nuestro nivel de seguridad.

Equipo Multidisciplinario
Fundación Aprender

EL LARGO BRAZO DE LA LEY... UN ESCARMIENTO MERECIDO

DIMITE UN VOCAL DE LA COMISIÓN DE SEGURIDAD VIAL EN EL CONGRESO POR CONDUCIR BEBIDO


A raíz de esta noticia que llega de España, pensaba en unas palabras que preparé como disertación en ocasión del “II Encuentro Provincial Por La Seguridad Vial y VII Encuentro Nacional Por La Humanización del Tránsito” a fines del año pasado, en el Teatro Argentino de La Plata, reflexionando acerca de la responsabilidad transversal y la solidaridad vial.En esa oportunidad hice una aproximación a la definición de RESPONSABILIDAD como CUIDADO Y ATENCIÓN EN LO QUE SE HACE O DECIDE. Y a partir de allí la derivación en “actuar como corresponde con un comportamiento adecuado a la ley en el marco de la conducta esperada”
Evidentemente, la responsabilidad de la que hablamos se entiende como la impregnación de la conducta del usuario en el entorno vial con conciencia de que la misma tiene consecuencias, de las que será responsable, circunstancia que lo debe movilizar a elevar su discreción de juicio, permitiéndole alcanzar la mejor elección para sí y para terceros.
Ahora bien, nos hemos posicionado inicialmente en la figura del usuario de la vía pública, pero es aquí donde quiero destacar el sentido transversal de la responsabilidad vial.
El entramado de las conductas viales genera un complejo tejido, en el que existe un hilo conductor que atraviesa el mismo de un extremo hacia el otro.
Este recorrido a lo ancho por el conjunto de conductas es lo que denominamos la responsabilidad vial transversal. Una responsabilidad que se halla presente en todos y cada uno de nosotros, sin excepción, a lo largo de las distintas actividades. Inicialmente, hablamos del usuario de la vía pública y con él nos podemos referir al peatón y al conductor de diversos vehículos, privados y públicos. Pero a poco de entrar en las conductas de estos usuarios encontramos que sus acciones se encuentran alcanzadas por el marco legal y que, el control de éste y su cumplimiento, le corresponde al Estado.
Así el usuario vial deberá aplicar sus energías vitales a plasmar en su conducta el sentido de responsabilidad necesario para desarrollar acciones adecuadas que redunden en el beneficio de la sociedad toda. Y me permito injertar un concepto que lleva estrecha relación con lo señalado y es el de Solidaridad Vial. Entiendo por solidaridad vial el sentido de contribuir en forma altruista cada uno de nosotros con un comportamiento adecuado, considerando al otro como sujeto y no como objeto, orientado al sacrificio individual en pos del bien común. En el cumplimiento adecuado de la ley y en el respeto por el otro, encontramos el embrión de la Solidaridad Vial, única conducta razonable capaz de modificar el comportamiento vial inadecuado.
Esta idea de la solidaridad vial nos compromete desde cualquier función que desarrollemos. La responsabilidad y la solidaridad vial deben inspirar las acciones de los usuarios de la vía pública y la de todos aquellos que participamos de la seguridad vial. Los usuarios deben evitar las situaciones que los lleven a la comisión de infracciones por un desaprensivo juicio de valoración que conlleve mayor responsabilidad. Por ejemplo, antes de iniciar la conducción no se debe ingerir alcohol, ni se debe desatender los indicadores de velocidades máximas, ni se debe descuidar reparar en la documentación necesaria para la circulación y su tenencia en ese momento. Estas previsiones nos indican una conducta responsable y solidaria que apunta a hacer lo correcto y a decidir lo correcto.

Dr. José Irazú
Equipo Interdisciplinario 
Fundación Aprender